lunes, 22 de octubre de 2007

Simples muñecas

Acabo de recordar...
en una noche como ésta,
la muñequita salía a bailar,
para mí.
Con su vestidito blanco y negro,
siempre tan apropiado para la ocasión.
Y la ocasión, siempre era la misma.
Día tras día...algunos no...
Se oyen pasos al final del corredor que se acercan.
Pasos largos o pequeños, siempre se acercan.
Una mano, cualquier mano, muchas manos,
han movido ya la pequeña llavecita, que más da,
de cualquier forma la música siempre empieza.
Luego casi ciega ante la luz,
abre su casa, para mí.
Uno, dos, tres....gira y gira.
Uno dos, tres...vuele a girar...
Mis ojos la siguen y
mi corazón late a su ritmo.
Ahí está, con la misma sonrisa,
con el mismo maquillaje y la misma pose.
Siempre creí que era feliz así.
Nunca conoció el dolor de la caída.
Siempre quise ser igual a ella
tan bonita así, tan graciosa...
Pero esa noche algo era diferente.
La música empezó y ella no se movió.
Tuve que empujarla con mis manos,
pensé la había descompuesto,estaba desesperada.
Luego de algunos angustiosos segundos,
al fin, comenzó su rutina.
Uno, dos, tres...La música seguía.
Pero...ella giraba cada vez más rápido, tan rápido.
Yo sólo la miraba. No podía ayudarla.
Una vuelta más, un giro más.
Al final se detuvo.
Su cara, acabo de recordar,
tenía una lágrima.
Ahora sé porqué jamás volví a jugar
con esa hermosa cajita.
La muñequita lloró.
Quizá se dió cuenta que la vida era otra cosa.
Qué lástima...tan bonita,
tan graciosa que era...
Soy un poco más grande ya,
han pasado algunos años
y en mis noches de insomnio
logró acordarme de cosas
tan sencillas como éstas...
A veces pienso que soy yo,
quién da tantas vueltas.