viernes, 25 de marzo de 2011

También los sueños son terribles...

Las pasiones tiñeron a la noche.
El amor se vistio de odio,
los besos saben a sangre.
La luna, hermosa, más que nunca.


Fiesta de disfraces, explicaciones,
dudas, llanto, falso arrepentimiento.
La muerte, la única alternativa,
el asesino, el más fuerte.


Una mala escena de cualquier historia,
los finales deben de serlo,
si el telón no cae en el momento adecuado,
lo que sigue es una vulgar tragedia.


El cuchillo pudo haber cortado el delicado cuello.
Morir y sentir el llanto del verdugo,
sus labios sobre los tuyos, el último suspiro.
El poeta matando a su musa, liberándola.


En cambio, la convirtió en mujer y la dejó sola.
Ya no tiene un lugar a su lado, a cambio, el mundo.
Para él, millones de páginas en blanco,
imposibles de llenar a cambio, un poco de alegría.

Amanece...

martes, 22 de marzo de 2011

dos, uno, lo que sea...

No puedo acostumbrarme a ser esa mujer. La observo detenidamente en el espejo, toco su piel, tan suave. Repaso con los dedos su fina boca, sus facciones sencillas, sin definir, en un rostro que no logra ser completamente viejo para ser sabio ni lo suficientemente joven para ser perfecto. Me detengo en cada una de sus cicatrices infantiles, en las indecisas arrugas bajo sus ojos. Luego, la profundidad de su mirada revela al fin el misterio, pasan los minutos, sabe que la observo y no siente miedo, en esos instantes, su simple belleza me distrae. Estudio cada movimiento, escucho con atención cada palabra pronunciada, ella sigue ahí, frente a mí. No se preocupa por secar la lágrima que se escurre hasta su cuello. Ella sabe sabe que la sigo en cada paso, soy cada sombra que su figura dibuja por las noches. Me río de sus fracasos, de sus errores, incluso me burlo de sus pequeñas victorias, jamás será lo sificientemente buena o mala para mí. Pero su dolor es el mío, estoy atada a ella. A veces le parezco insoportable, en un par de noches ella ha obedecido mis terribles órdenes. Solamente quiere morir, ser libre. Su cuerpo delicado está por quebrarse. A veces, de su piel brota sangre exquisita, no es suficiente. Cuando duerme logra olvidarse de mí. Su espíritu, ella no sabe de su fuerza, no me ha cedido por completo su lugar, no logro dominarla, ella inconsciente, defiende su sencillez, no olvida sus sueños, me presiente, desde pequeña y quiere que me vaya, no me necesita. Después del vino amargo, me reconoce y a veces, también se burla de mí. Se viste y se marcha en medio de la noche, se refugia en cualqueir bar, en cualquier brazo, en cualquier cama. Busca en caricias pasajeras el olvido, desaparecerme, desaparecer. Luego, se dedica incansablemente a su vida común y aburrida, su familia, su trabajo, cualquier amor. Me aletargo, mi voz la deja tranquila por meses, hasta que ella misma me llama, no soporta mucho tiempo estar sin mí . Lo pierde todo y sus terribles alaridos me despiertan. La veo un poco más cansada, casi consciente de su destino.


Abro los ojos, no puedo creer que ésto sea la realidad, la habitación apenas se ilumina con los pálidos rayos de sol, amanece. Hace frío, empiezo a soñar.

miércoles, 16 de marzo de 2011

De luto...

Mi piel está seca, desgastada por el tiempo.
La vida como un laberinto sin salida.
La única opción es descender, hacia el abismo.
Derecha, izquierda, poco importa.

A mi lado caminan otras sombras,
puedo reconocerlas, ellas también descienden.
Sus ojos vacíos, con su futuro muerto.
El camino hiere sus pies, en su rostro una sonrisa.


Algunas sombras se detienen y se aferran a pequeña rocas,
pero siempre caen y se llevan todo con ellas.
Dejando la destrucción atrás, olvidan.
Sus dedos sangran, pero no se detienen.


Cada paso es más difícil que el anterior.
Siguen actuando, disfrazándose, intentando...
Afuera, disfrutan de la belleza, agotando los placeres.
Sin importar dónde se encuentren, siempre regresan.

Así, el principio es el fin,
el mundo danza al sonido de sus pasos,
No olvido que yo soy como ellos,
pero hace mucho tiempo que estoy aquí.


Afuera me asfixio,las cosas, los colores, los besos.
Sin descanso, me alejo de las piedras salvadoras,
las marcas que hicieron en mis manos se borraron.
Tampoco hay esperanza al doblar cada esquina.


Ahora sonrío, nada por hacer.
En el fondo hay agua, y estoy muy cerca.
El frío me entumece el cuerpo.
Ya respiro mejor, en soledad, en el abismo.