miércoles, 14 de noviembre de 2007

Una crónica que no es crónica relatando lo que nunca ocurrió

Está es la crónica de una tarde cualquiera y en cualquier lugar, claro, en cualquier lugar que pudiera suceder lo que pasó hoy.

3:30pm. Era un día nublado. La hora de irse a la escuela había llegado… tal vez se aproximó demasiado. Estaba ahí, en el único cuarto de mi casa, tomando los restos de un café tibio y amargo que conservaba aún desde la mañana, fumando el último cigarro que sólo indicaba el inicio de una nueva cajetilla. De pronto, un sonido horrendo, casi tan horrendo como un grito humano me sacó de la intensa observación de las graciosas figuras grises que salían misteriosamente de mis labios. Mi hermano mayor y yo salimos a investigar que había sucedido, pues se escuchó tan cerca, que posiblemente, de haberse prolongado un poco más, hubiese lastimado nuestros oídos. Sólo vimos a tres gatos a unos metros de la puerta, pero parecían tranquilos. Aunque un poco desconcertados. Sin decir palabra entramos a nuestra preciosa casa azul.



3:40 pm. Manejar ya no era un problema para mí. Iba camino a la escuela y la vía rápida fue la mejor alternativa. De pronto, alcancé a observar una patrulla, un segundo después, cerca de quince, aunque no estoy muy segura, pudieron haber sido diez o treinta, no lo sé. Por seguridad, tuve que disminuir la velocidad, pues la única licencia que tengo para manejar es la mía y la de Dios, claro, en caso de que exista y crea en él. De cualquier modo, el tráfico se volvió lento, no pasó mucho tiempo para que me diera cuenta del porqué, tanto alboroto. Había un accidente, bueno, si a eso se le puede llamar accidente. Eran dos carros muy nuevos, de esos que jamás podría comprar en los próximos cuarenta años de vida. Supuse que acababa de ocurrir, aún no había llegado ninguna ambulancia. Al pasar por el lugar donde se encontraban esos autos, me di cuenta de que tenían los vidrios laterales estrellados y muchos orificios que adornaban la carrocería, seguramente eran de balas. En el interior distinguí unos cuerpos cubiertos con sábanas blancas. Cerré los ojos por un momento y seguí mi camino. En fin, cosas como esas pasan muy a menudo en esta ciudad, al menos eso dicen los periódicos y, por supuesto, es el secreto a voces de las autoridades. Iba concentrada en esos pensamientos, cuando un grito como el que había escuchado afuera de mi casa, me trajo a la realidad. Nuevamente, no hubo ninguna explicación, sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo. De alguna manera sabía que la muerte rondaba a ese sonido, posiblemente sólo lo recordaba.



4:00pm La ciudad es un caos y la universidad también. Había una enorme fila para entrar al estacionamiento. Me puse detrás de un carro rojo, respiré profundamente, supuse que la espera sería larga. Un poco nerviosa aún por lo que había sucedido en el camino, me recosté en el asiento y de pronto recordé que había oído ese extraó sonido dos veces en el día y sólo había ocurrido un aconteciemiento desagradable.Tal vez tomé demasiado café. Pude sonreír. Sonó el teléfono con esa melodía que tanto me gusta y me trae gratos recuerdos de mi niñez, de una linda cajita musical. Intenté contestar pero no pude, no podía moverme. Sonó y sonó. Una profunda oscuridad llenó mis ojos.


7:00pm. En las noticias de la tarde, comentan de aquellos dos autos, de las personas no reconocidas que murieron y de los asesinos que lograron darse a la fuga. También y de manera corta, mencionan un accidente inexplicable algunos metros más adelante, una joven se estrelló contra un poste. Murió instantáneamente.
Todo esto ocurrió en alguna cuidad, de la cuál, aquí donde me encuentro, no puedo recordar su nombre.

4 comentarios:

Consolation Des Arts dijo...

Este fue mi primer intento por escribir algo que no fuera del siglo pasado o antepasado...sí, me falta práctica...
No, no, no y esperen a leer lo que escribí como un cuento histórico, por supuesto basado en un hecho que está por suceder...no, no, no...algo que nunca sucederá. (Sólo me falta corregirlo, pero tengo sueño)
Este taller de creación narrativa me ha dejado cada cosa...

Todos tus muertos dijo...

Jajajaj, del siglo pasado. Debe tener usted el espíritu viejo, no lo digo como si fuera un defecto, a veces pienso que yo nací de atrás para adelante y que ahorita me estoy acercando a mi infancia.
Creo que sería más interesante que se hiciera periodismo de esta manera, sería mucho más entretenido. El público necesita tener más relación con el sujeto que escribe. Dice Paco I. Taibo que el periodismo es la mejor literatura porque está al alcance de todos, o algo así. Por qué no soy periodista, claro, nunca podría escribir a sueldo, lástima. Por qué no soy escritor, claro, porque..., y por qué no soy artista, claro, porque..., en fin la de cosas que hay que vivir, no.

Si el taller de creación todavía lo imparte la profe. Karla Robles, me la saluda mucho, si no, pues no. Ciao, ciao.

Anónimo dijo...

Laraaaaaaaaaaaaaaaaa... Me gusto mucho tu cuento. He de felicitarte. Ademas, creo que deberias sumergirte en este mundo y mandar muy lejos al otro... je...

Consolation Des Arts dijo...

Sí, aún lo imparte la profe Karla, mañana le daré sus saludos, ah las cosas que hay que vivir. Estoy un poco cansada de eso...mil veces preferiría irme en una pequeña balsita y perderme en el mar....así como el viejo, (en:¨ el viejo y el mar¨) de Heminway y jugar con la vida, jugar a no hacer nada, jugar a sólo respirar por mera costumbre...bueno pues, ya me puse melancólica...
Mi querida anónima, hay cosas que no se pueden abandonar...escribir siempre ayuda, pero al final está siempre el vacío insoportable que no se llena con nada...Sabe? Ya sé porqué hago las cosas y sigue siendo lo mismo, nadamás que consciente de mi estupidez...Ja
Oh gracias...