Ahora los buitres me muestran sus garras a la luz del sol...
siguen mis pasos, que cada vez son más lentos...
Esperan con sus cantos fúnebres el último tropiezo, hambrientos...
Pero el abismo está cerca.
Mi dulce sangre no será para ellos,
jamás podrán mancillar mi piel, tan suave...
domingo, 10 de enero de 2010
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